viernes, 12 de octubre de 2012

El educador y la conciencia




Ayer, mucha peña me hizo RT en el siguiente Tweet: "¿Te imaginas que en Alemania celebraran cuando levantaron el primer campo de concentración? Feliz Día de la Hispanidad 12-O #Nadaquecelebrar". Esto tuvo 2 consecuencias para mí: una buena, que le ha llegado a mucha gente lo que quería transmitir, y una fantástica, la irritación de tantísimos fachas que al pinchar en "Feliz Día de la Hispanidad" (TT) se encontraron con un Tweet poco acorde con su añorada Ejpaña imperial. Esta irritación ha dado lugar a un catálogo de insultos y pataletas muy divertidos, que refleja el estado de desconcierto y desatino en el que se hallan los defensores del decadente Reino de España tal y como hoy lo conocemos, heredero del franquismo y la "transacción". 

Bueno, la cosa es que me dio por pensar en qué etapa de mi vida surge esa visión sobre la "Conquista de América", tan distinta a la que pregonan los libros de texto, los medios de comunicación y gran parte de la juventud. Rápidamente me vino a la cabeza Eduardo Galeano, no su ensayo "Las venas abiertas de América Latina" (que nunca me he leído) , sino su "Derecho a Soñar", sus pequeñas historias que, como esta, cuentan más que un tratado de historia de 17 tomos: 
“En 1492, los nativos descubrieron que eran indios, descubrieron que vivían en América, descubrieron que estaban desnudos, descubrieron que existía el pecado, descubrieron que debían obediencia a un rey y a una reina de otro mundo y a un dios de otro cielo, y que ese dios había inventado la culpa y lo vestido, y había mandado que fuera quemado vivo quien adorara al sol y a la luna y a la tierra y a la lluvia que la moja”.

Pero claro, algo tuvo que haber antes. ¿Por qué me emocionó tanto Galeano la primera vez que lo escuche enfrentar la "historia oficial"? Recuerdo que, cuando con 21, 22 años nos pasábamos las tardes viendo videos de Carnaval en Youtube y les pedía a mis colegas que vieran "El derecho a soñar", tras reconocerme que era un fragmento "bonito", las opiniones se dividían en 3: ¿Te has vuelto vagoneta?, ¿Por qué carajo has quitao "Los Títis de Caí"? y "Te estás quedando tonto... pon al Yuyu anda!". 

Seguí retrocediendo en el tiempo y llegué a los 15 años. 4º de ESO en La Salle Santa Natalia, colegio concertado y religioso donde las familias humildes eramos mayoría aunque convivíamos con un 30-40% de compañerxs que disfrutaban de una situación social más acomodada. Clase de Historia. Antonio Roca. Maestro.

Antonio dedicó más tiempo a Fray Bartolomé de las Casas (defensor de los indígenas) que a Cristobal Colón. Antonio educaba partiendo de unas viñetas con mucho arte que él mismo dibujaba y nos proyectaba, y su exámenes consistían en análisis crítico donde teníamos que incluir nuestra opinión argumentada. Hasta aquí podemos acordar que la atmósfera de esa clase era radicalmente diferente a la que los libros de la Editorial "Bruño" pretendían. Pero nuestra mente opera de forma un poco más compleja. Necesitamos enfrentar nuestra visión del mundo con el nuevo conocimiento entrante para así contrastar, descomponer, reconstruir y elaborar el nuevo conocimiento y que este sea interiorizado, perdure en nuestras estructuras cognitivas, emocionales y cale en nuestra actitud. Lógicamente, no recuerdo que, por aquel entonces, ese proceso sucediera "en los adentros" de mis estructuras mentales, pero si recuerdo el ejercicio que, seguramente, propició que eso pasase. 

Antonio nos dividió en grupos, varios seríamos indios, varios conquistadores, otros seríamos evangelizadores, otros los Reyes Católicos, y otros unos indios diferentes a los primeros, más guerreros... Cada uno tenía su papel, e intentaba imponer/defender su proyecto de sociedad. La segunda vez que hicimos el ejercicio todos queríamos ser indios. 


Hay una cosa que no he dicho y que me ha ayudado a llegar a la conclusión de que fue ese el día en que cambie mi visión sobre la historia. Hace unos días, me encontré a un compañero de clase, que dejó los estudios al acabar 4º de ESO, en una manifestación que organizó "El Foro social" de El Puerto contra los recortes a nivel local. Este amigo, suele achacar las causas de la crisis a los sinvergüenzas del Ayuntamiento, a los chorizos y a los corruptos. Su análisis simplón sobre la situación económica choca con la conversación que mantuvimos, unos minutos después, sobre la situación social de su vecino Marcos, que es peruano y acaba de quedarse sin tarjeta sanitaria. Mi amigo explicó brillantemente la caradura que tenemos los españoles, que tras robar el oro y la plata de las tierras de Marcos para levantar los altares de las catedrales, y tras inundar su país de multinacionales que expolian sus recursos y obligan a emigrar a su población, tras aprovecharnos de su trabajo en el campo, que estaba asegurado 8 horas pero trabajaba 12, lo dejamos sin derecho a la salud. 


Viva Antonio Roca. Viva el Constructivismo. 

Sin educación no hay Revolución.

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