domingo, 28 de septiembre de 2014

Menos círculos y más espirales.

En sociedades neoliberales, identificarse más con unas siglas que con la gente es una tontería bastante grande. Comprensible por parte de personas que vienen del sofá, vergonzoso por parte de algunos revolucionarixs (o megarevolucionarixs), activistas (o ciberactivistas), militantes de partidos de izquierda (o cobardes), intelectuales (o carajotes), gafapastas (o gafapastas)... Empecemos desde el principio. 
Hace casi 200 años, los trabajadores y trabajadoras queríamos romper una pared, la pared que nos condenaba a vivir en la miseria y que permitía a los dueños del mundo enriquecerse cada vez más. 
Creamos herramientas formidables para romper esa pared (sindicatos, partidos obreros, movimientos culturales..) y, en varias ocasiones, estuvimos a punto de romperla.
El problema vino cuando, a semejanza de lo que hacen los cofrades con sus imágenes o los ricos con sus mansiones, los pobres empezamos a venerar esas herramientas, venerar el continente, en vez de adaptarlas, recomponerlas, reestructurarlas, destrozarlas y crearlas de nuevo si fuera preciso, para que pudieran, de una vez para siempre, echar abajo esa pared. Mientras no recorramos ese camino, seguiremos golpeando con mazas de madera una pared de acero inoxidable. 
Si Marx se levantara, se estremecería al ver como el fetichismo de la mercancía (fenómeno psicológico por el que las mercancías aparentan tener una voluntad independiente), ha llegado hasta la forma-partido, siendo estos concebidos como "fines en sí mismos" en lugar de como "medios para".
 Las personas que creemos en otro mundo posible deberíamos luchar con todas nuestras fuerzas contra esta concepción. En el actual momento histórico, tenemos la oportunidad de construir potentes espacios de producción social no fetichista, es decir, lugares en los que "las relaciones sociales existentes entre las personas  se ponen de manifiesto como sus propias relaciones personales y no aparecen disfrazadas de relaciones sociales entre las cosas, entre los productos del trabajo."
La diferencia entre optar por lo viejo o por lo nuevo se me antoja tan importante hoy en día, como lo fue hace 70 años optar por la derecha o la izquierda. En definitiva, la vida y el futuro de nosotrxs, lxs pobres, nos va en ello.

                     

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