miércoles, 29 de febrero de 2012

EL ERMITAÑO Y EL ACTIVISTA IRREFLEXIVO

Eran dos vecinos que, en su infancia, habían compartido juegos y calle. Ayer se vieron tras años sin saber el uno del otro. Paco se fue a la sierra, detestaba este sistema capitalista adorador del Dios Consumo, las prisas de las ciudades, el palabrerío de los políticos, las envidias y la absurda carrera en que se había convertido la vida, en la que hasta los amigos luchan entre sí por ver quien llega primero. Igual de convencido se mostraba David de lo injusto y criminal que era este sistema en el que vivimos. David vivía en la ciudad y participaba en numerosos movimientos sociales reivindicativos, sindicatos, no se perdía una manifestación, era el primero en crear una pancarta, en organizar marchas ciudadanas...

Bien, el 15 de octubre, con motivo de las marchas por un cambio global, Paco bajó a la ciudad y se reencontraron. Tras contarse los aspectos más relevantes de sus respectivas vidas, David le recriminó a Paco por qué no iba más a menudo a la ciudad, a las manifestaciones, a luchar por cambiar este mundo, mientras se terminaba su lata de Coca-Cola. Paco le contestó que a el le gustaba la vida que llevaba, comía lo que él y sus vecinos producían, bebía el vino que elaboraban en el pueblo de al lado, no necesitaba nada de este sistema, que sin embargo, hacía ya tiempo que había entrado de lleno en el pueblo, desde que se levantó el Centro Comercial. David le dijo que con su actitud de montuno, de ermitaño, lo único que hacía era esconder la cabeza como el avestruz, que era necesaria más presión social y más lucha en la calle, y al terminar su reproche  sugirió: -Anda ven, vamos a tomarnos una hamburguesa en el McDonalds, yo te invito.

Paco, el montuno, el ermitaño, no entendía nada o quizá, entendía todo, y también por qué es tan dificil, tan imposible, derrumbar este sistema siendo sólo activista irreflexivo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario