martes, 2 de abril de 2013

DESAHOGO. VAMOS A QUERERNOS.



No hemos tenido la culpa de nada. Es más, la culpa es un sentimiento judeocristiano que de poco sirve sentir si queremos cambiar las cosas. No hemos tenido la responsabilidad en nada. Los responsables llevan corbata y tienen mucho dinero. Algunos salen en la tele diciendo cómo debemos salir de esta, otros simplemente haciendose fotos en las fiestas pijas que salen en los programas de corazón junto a su nueva novia, estúpida y superficial, que degrada el nombre de mujer. De mujeres como mi madre y la tuya, como Victoria Kent y Lucía Socam. Y salen con sus novias porque normalmente estos responsables con corbata son hombres, blancos y heterosexuales. Nunca vi en esas fiestas de la tele a un albañil ni a una maestra ni a un concinero ni a una camarera ni a un enfermero ni a una ingeniera. Tampoco los veo en los telediarios... A pesar de que todo lo que derrochan los de la corbata, los que han vivido por encima de nuestras posibilidades hasta exprimirnos la última gota, sale del sudor de nuestra frente, toda la riqueza sale de la trabajadora y del trabajador, que ve la tele pero no sale en la tele ni en las fiestas de la tele ni en los debates de la tele.
El trabajador y la trabajadora deben consumir tele para ansiar ser algún día como los personajes de la tele, que no saben ni de campo ni de mar, ni de vientos, no saben guisar ni pintar una playa, no entienden los cantos de los pájaros ni orientarse bajo un cielo estrellado. Tienen una dentadura muy blanca pero vacía que se eclipsa si la comparas con la sonrisa de una gitana de mi barriada que te ciega de luz la mañana más gris. También tienen la billetera llena. Y van ganando, van ganando porque ya no nos queremos, porque vivimos aislados de los vecinos, enfrentados con los compañeros de trabajo, compitiendo con los compañeros de facultad a ver quien saca más nota, con los conocidos a ver quien es más popular en las redes sociales o sube la foto que impresiona más, con los amigos a ver quien es mejor en no se que...
Nos dejamos de querer el día que dejamos de mirarnos de frente y nos miramos a través de las mriadas de otros, que están más arribas y están interesados en que no nos queramos, en que sigamos compitiendo porque mientras nos peleamos entre nosotros no nos peleamos con ellos y seguirán exprimiéndonos. No creas que son muchos, casi caben en el palco del Bernabeu, es más, muchos van allí a menudo. Y nosotros... nosotros somos muchos, no cabemos ni en 300 Estadios Bernabeus.
Podemos con ellos. El 15 de mayo de 2011 (15M) se llevaron un susto porque volvimos a querernos, nos sentamos en círculo y volvimos a mirarnos de frente, vecinos, compañeros de curro y de facultad o de instituto, amigos, desconocidos... Nos dimos cuenta de que no eramos esa cosa extraña llamada clase media, que somos los de abajo y que nos quitan la casa. Y empezamos a parar desahucios, hacía muchos años que no le ganábamos una batalla a los de corbata  y se la estábamos ganando porque habíamos vuelto a querernos, sin mirar el color ni el país, sin mirar nada que no fuesen los ojos, que a diferencia de los ojos de los de la corbata, brillan furia serena de pueblo y rebelde alegría.
Los que nos han dejado sin casa son los mismos que nos han dejado pobres y sin trabajo, los que se cargaron nuestras playas y nos quieren dejar sin futuro. Son los mismos. Y nosotros también lo somos. Vamos a querernos más y vamos a ganarle la guerra, a arrancarles su corbata, su rey putero y ladrón, sus empresas y sus fiestas pijas que llenaremos de guitarras, de Gorriones, de Morente y de Camarón... y vamos a quitarle sus tierras para que la tierra vuelva a ser de las manos de las mujeres y los hombres que la trabajan. Y saldrán en la tele los de abajo, para que esa tele no refleje lo que nos decían que tenemos que ser sino lo que de verdad somos: Pueblo.